Quién se le iba a decir a RuPaul hace cosa de 10 años. De hacer bolos en el Parque Santa Catalina a tener su propio imperio, ¡y casi donde tampoco se pone el sol!: televisión, música, libros, muñecas, ropa… ¿Qué le faltaba a la drag queen favorita de América? Pues su propia serie, AJ and The Queen. Tenía que ser de la mano de Netflix, que tanto le gusta experimentar. Pero, ¿estaría a la altura de su reality RuPaul’s Drag Race? Va a ser que no. El mayor (si no único) aliciente para verla es su protagonismo absorbente. Después de una visuada no debo más que condenar este atrevimiento.