REVIÚ de “La Guerra de los Mundos”

Hace un par de sábados fuimos a ver la película La Guerra de los Mundos. No tenía un deseo intenso por irla a ver. Pero lo cierto es que había visto el tráiler la vez anterior en que había ido al cine y me llamó la atención (me refiero a la peculiar escena en la que Tom Cruise salía de la casa y al ver el cielo extrañamente iluminado gritaba ¡coño!, genial traducción que no esperéis verla en la cinta).

El principio de La Guerra de Los Mundos estuvo bien. Se hacía interesante cómo la ciudad se estremecía y el protagonista se cagaba de miedo (porque no es normal ver a un hombre de su edad esconderse bajo la mesa, digo yo). Pero luego se hizo tan patético, que me quedé asombrado. “Superproducción” será sólo por los millones que se habrán gastado en los efectos especiales, y no en las cabezas pensantes, porque realmente no hay indicios de que las hayan (quizás los propios extraterresteres sean los únicos inteligentes que participen en el proyecto).

Todo parece “normal” cuando la desestructurada familia, compuesta por Tom Cruise, el típico hijo chunda-chunda, y la pequeña hija listilla, huyen de la ciudad invadida por naves raras (inspiradas en versiones anteriores, pero de un diseño vomitivo). El objetivo es escapar de la muerte, y a la vez llegar hasta la madre, que está con su nuevo marido (o novio, cosa que no se aclara y que tampoco nos interesa) en Boston. Durante el viaje, se encuentran con las naves constantemente, viviendo una desesperación y agonía para el disfrute del espectador.

FUENTE: El Mundo (curiosamente).

Pero la película de Steven Spielberg se hace cansina fundamentalmente a partir del momento en que, una vez que el adolescente desobediente corre hacia las naves (dirección en la que pronto se producen grandes explosiones, haciendo suponer que el chico muere desintegrado), el padre y la hija se ocultan en el sótano de un desequilibrado mental. Esa escena se hace agonizante (esta vez, también para el espectador) por lo larga que se hace, y por pedante por supuesto.

No voy a rebelar el final de La Guerra de Los Mundos, por no estropear la velada a quien no haya visto la película y la quiera ver (si es que aún no le he quitado las ganas de ello, que debería). Pero sí que diré que es lo más absurdo en finales que he visto nunca: padre e hija llegan a Boston, donde la zona residencial de la madre está idílicamente ambientada con hojas otoñales pasando de aquí a allá, pero nada de destrucción por ninguna parte, cuando desde la manzana anterior todo quedó hecho una mierda. Y de pronto, sale de la casa el adolescente caprichoso, sano y salvo (que a saber qué diablos pasó para salvarse de la muerte segura y llegar antes que su familia a la casa).

Final feliz, pero bastante forzado, como si todo lo anterior no hubiese servido para nada, sin conexión entre el desarrollo y el desenlace. Por otra parte, hay quien dice que la moraleja de la película es algo sectaria, ya que termina diciendo que los organismos creados por Dios salvaron al Planeta (al liquidar a las naves). Ello puede relacionarse con la Iglesia de la Cienciología. Pero eso es algo que necesita su estudio, y me niego a seguir perdiendo el tiempo por culpa de otra catástrofe cinematográfica más de Spielberg.

P.D. Vaya. He contado el final…¡Qué malo soy!

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