Hace bastante ya que no me dedicaba a hacer una crítica cinematográfica. Es que no ha habido ocasión en el que una película me tupiese el estómago o me hiciese pensar hasta la conmoción, hasta ahora. Get Real es una película británica de fines de siglo, que no significa que sea una comedia romántica con canciones interpretadas por Hugh Grant. Más bien se trata de un film, dirigido por Simon Shore, fuera de los circuitos puramente comerciales, y es por eso por lo que ensalza los valores protagonistas sin carne ni efectos incoherentes de por medio.
La historia es la de Steven Carter (Ben Silverston), un adolescente de 16 años que es consciente de su homosexualidad, que la vive sin tapujos pero con discreción. Tal es así que prefiere que sus padres no sepan que difícilmente disfrutarán algún día una nuera. Y en el colegio, igual, que cada vez que algún chulito insulta ‘mariquita’ por los pasillos mira a otra parte (lo del ‘qué dirán’ siempre haciendo mella…). Así y todo, se arriesga a frecuentar los baños públicos, que no sé yo si en UK hay por costumbre buscar compañía en los aseos. Es de esta manera como se encuentra, muy a su sorpresa, con John Dixon (Brad Gorton), ¡el guaperas de su colegio, que tantos corazones roba a las jovencitas! Por lo visto, no pudo frenar su instinto natural, y le pidió ir a su casa. Aunque sólo para hablar, ¿eh? O eso creía Steven…
La cuestión de John en Get Real no era ’sexo por sexo’ (Steven no tiene un físico que llame a las hormonas). No es el típico viciosillo, para su desgracia, porque acaba enamorándose de éste. Eso sí, a espaldas de todo el mundo. La relación en el colegio será de indiferencia, como si no lo conociese. No es una actitud que a Steven le agrade. El ultimátum que le pone servirá para convencer a John de dejarse ver por la calle, como amigos. No es cualquier cosa, porque que el atleta y el raro anden siempre juntos, de risas y demás, de un día a esta parte, es bastante extraño. Aún así, la imagen de heterosexual empedernido que con tanto ahínco se ha creado en la vecindad es un parabrisas frente a cualquier duda.
El detonante de Get Real sucede cuando Steven, harto de tanta impotencia, decide publicar un anónimo en el periódico del colegio. En él denuncia ese trato homofóbico que observa entre sus compañeros (especialmente, en el grupo de John). La rumorología apunta hacia él. Esto, y un acto aberrante que ocurre en las duchas, impulsan al chico a confesar su verdadera sexualidad. El auténtico objetivo de Steven esconde una invitación a su amante a que luche por lo que cree y por lo que ama, como él. Se desencadena un final bastante agridulce, en el que se mezcla lo esperado y lo inesperado, aún dejando un buen sabor de boca (que sólo llegará tras los títulos de crédito, porque el primer sentimiento dominante es el coraje).
El mensaje de la película de temática gay se afianza en ese punto, cuando comprendemos que el tema tiene más de realidad que de ficción. No entro en si los planos casan a la perfección con el ritmo de las escenas, porque de eso ni me entero bien ni me interesa. Más bien destaco el contenido de esa trama, y cómo se ha enfocado. El director no se ha andado por las ramas, y ha sido directo con los hilos argumentales, sin ofrecer esa carnaza mórbida que cierto público espera de una temática gay.
Sin embargo, sí que filma una historia que no habla de nada nuevo, que es cotidiana, pero narrada de un modo que tiende la mano a la reflexión cuando se apagan las luces. Refiere a una sociedad aún marcada por los estereotipos y las ideas necias que tienden a desvanecerse con el paso del tiempo y gracias a empujes como la de este Steven. La película tiene mucho que enseñarnos. ¡Menos Salvad a Willy en las aulas y más Get real !