Preselecciones españolas para Eurovisión: candidatos que SÍ hubiesen ganado

Me sangran las orejas cada vez que escucho a Miki, el candidato de España para participar en Eurovisión 2019. Ya no sólo es que se le agote el aire al minuto de empezar a cantar. Es que quien escogió los temas finalistas jamás ha se ha puesto una lista de éxitos en Spotify. Operación Triunfo 2018 no nos ha dejado nada bueno, de forma que hace que miremos con nostalgia algunas de las preselecciones españolas para Eurovisión anteriores. Hasta el más malo de ellas le podría dar mil patadas a La Venda. Pero bueno, antes de que TVE se propusiera perder el Festival a propósito, han habido concursos previos muy disputados. Visto lo visto, hoy no nos preguntamos si hubiésemos ganado Eurovisión con aquél otro que se quedó a las puertas. ¡Es que lo afirmamos! Y aquí está una interesante lista de quienes pudieron ser pero no lo fueron.

Desde que España es “Spain, 0 points” en Eurovisión, allá por la década de los 60, se han ido organizando preselecciones españolas para Eurovisión según la época. Por entonces solía ser a través de programas de radio, y luego saltaron a la televisión. Por lo general fue un jurado el que señalaba con el dedo y no fue hasta el año 2000 cuando se le brindó al público esa capacidad de decisión. Y sí, varias veces han sido erróneas. El público que vota desde sus casas es a menudo desconocedor de lo que se lleva en Europa. Son impulsados a votar en las preselecciones de España porque Menganito es de su ciudad, o porque la chica es guapita, o son “talifans” del artista que destruyen todo a su paso, da igual la belleza o no de las cosas.

Como dije, las preselecciones españolas para Eurovisión abiertas al público comenzaron en el año 2000 con el programa especial Eurocanción 2000. El televoto dio la puntuación máxima a Serafín Zubiri, que es el ejemplo de novio perfecto para nuestra hija. Además, ya había concursado en Eurovisión 1992 y estábamos muy familiarizados con él desde entonces. Colgado de un sueño es una balada bonita pero quedó muy desfasada porque no entendimos que los años 90 ya habían acabado. En segunda posición quedó un desconocido Raúl, que tuvo un éxito arrollador en las discotecas de aquel verano con Sueño su boca. Las latinadas estaban poniéndose de moda en Europa (mírese Ricky Martin), y eso no lo supimos ver. De haber llevado a Raúl a Eurovisión hubiésemos quedado dentro del TOP 10, ¡fijo!
 

 
El formato se repitió en la edición siguiente, con Eurocanción 2001. Bastó un año para aprender de nuestro error y elegimos a David Civera y su Dile que la quiero. Ha sido una de las mejores preselecciones españolas para Eurovisión, pues junto a él compitieron otros hits que rompieron los chiringuitos el mismo verano: Merche (por esas fechas, con el sobrenombre de ‘Luna’) y No me pidas más amor, y Sonia y Selena con Yo quiero bailar. Todas ellas quedaron en puestos más abajo que Civera. Y aunque éste nos ha regalado la puntuación más alta en Eurovisión en lo que llevamos de siglo, ¿quién nos dice que el petardeo ‘made in Spain’ hubiese arañado el primer puesto?
 

 
Hasta la kioskera que sólo escucha Radio María sabe que Rosa fue a Eurovisión. Pero el Corazón Latino de David Bisbal quizás hubiera decepcionado menos. Al menos fue la única duda en las preselecciones españolas para Eurovisión sacadas de Operación Triunfo, porque ni Beth ni Ramón del Castillo tuvieron competencia los años siguientes. De lo que sí aún nos tiramos de los pelos fue de haber llevado a Son de Sol y Brujería en el Festival de 2005 y no a Las Supremas de Móstoles, con poca diferencia de votos en la preselección española. Sí, Son de Sol incorporó el reggaeton. Pero hubiésemos ido a la cabeza de las representaciones chorras en Eurovisión, que comenzaron a estilarse desde la representación austríaca de 2003, que contó con animales de cartón como coristas. Eres un enfermo (del cibersexo) es hoy una de los éxitos cañís de todos los tiempos.
 

 
En 2007 TVE se hizo la picha un lío con la serie de programas Misión Eurovisión, emulando las puntuaciones del Festival pero con comunidades autónomas (momento idóneo para ir al baño, bajar la basura y leer enterita la Biblia). Luego sacaron a cuatro finalistas y a cada uno le dieron cinco temas distintos y tuvimos que aguantar las mismas canciones en bucle. El sonido fue un desastre, pero la composición de Rebeca I love U, mi vida con D’ Nash se llevó el gato al agua. ¿Para qué? Para una 20º posición en Eurovisión. ¿Se pudo hacer mejor? Desde luego, y con un tema más rompedor y con más brío. ¡Busco un hombre! Y aunque Massiel sólo la representó para aquel programa, si le hubiesen puesto una barra de bar en el escenario de Belgrado, lo hubiésemos petado.
 

 
¿La peor representación que ha llevado España al Festival? Sin duda, Rodolfo Chikilicuatre. El título del concurso parecía reírse de nosotros, Salvemos Eurovisión. En este formato cualquiera podía inscribirse, subir su canción a MySpace y ser votada desde Internet. Así surgieron los boicoteos de foros como Media-Vida o ForoCoches, que al año siguiente llevó a la final a Jhon Cobra. Por su parte, el programa Buenafuente (Antena 3, 2005 – 2011) organizó una gran campaña para que uno de sus cómicos fuese a hacer el sketch. Su rival fue La Casa Azul y el inolvidable tema La Revolución Sexual, que aún sigue sonando en festivales, discotecas, películas, series… Quizás deberíamos dar una nueva oportunidad al pop chicle en las preselecciones españolas para Eurovisión. Es diferente, pero tiene buen gusto.
 

 
Eurovisión 2011 fue una edición para olvidar pues, junto con Chikilicuatre, Lucía Pérez representa lo peor de España en lo que llevamos de siglo. ¡Y todo por culpa de Boris Izaguirre!, quien decidió in extremis con el voto del jurado alzar a Que me quiten lo bailao. Podíamos llevar cualquier tema, pero es que ni siquiera a la propia cantante le gustaba de los otros con los que participaba en la final. Quienes la ensombrecieron en las listas de éxitos españolas fue Auryn, la copia española de One Direction, o de Justin Bieber multiplicado por cinco. Ese estilo juvenil estaba de moda y segurísimo que nos hubiese colocado por delante en Eurovisión (hombre, con un puesto 23º mucho no se tenían que esforzar)
 

 
Por fin TVE se dejó de machangadas y vio que la intromisión del público en las preselecciones españolas para Eurovisión no era buena idea. Tuvimos varios años de preselección interna, y en algunas hicieron una simbiosis con el televoto: elegir a un número de cantantes más o menos consagrados y que el público eligiese. Mira quién va a Eurovisión supuso una competencia reñida en 2014, con un empate literal entre Ruth Lorenzo y Brequette. La primera ganaba en fuerza vocal; la segunda, en un estilo y canción muuuy eurovisivos. De hecho, Más (Run) la considero anti-española, es decir, aquello que nosotros jamás tuvimos huevos de llevar. Difícil superar la 10º posición final de Dancing in the rain. Pero, pudiera haber sido…
 

 
Resultado parecido ocurrió con Objetivo Eurovisión 2016, en el que hubo empate entre Manel Navarro y Mirela. Pero el contexto fue mucho más polémico, pues se habló de un tongo increíble pues se dijo que Los 40 Principales fue la mano negra y dejó fuera a Mirela, la eterna candidata en las preselecciones españolas para Eurovisión. Los fans eurovisivos cargaron contra el resultado final, y el resultado final fue un gallo en directo ante más de 300 millones de espectadores. Contigo rompió más pistas de baile en nuestro país que Manel. Vamos, la misma historia de siempre. Personalmente no me gusta su tema. Es muy de principios de los años 2000. Pero que hubiese gustado más en Europa que Do it for your lover, segurísimo que sí.
 

 
Finalizamos este recorrido onírico por los perfectos candidatos que perdimos por el camino con la equivocación más sonada. Los seguidores de Almaia en Operación Triunfo 2017 se volcaron mucho con esos artistas y, en concreto, con esa relación carpetera. Y el tema elegido, Tu canción, es maravillosa. Hasta que se le cruzó por el camino Lo malo de Ana Guerra y Aitana, que son mucho más ‘mainstream’ que Alfred y Amaia. El descalabro final nos hizo reflexionar (otro año más) sobre qué coño estamos haciendo, por qué votamos lo que nos gusta personalmente y no lo que puede arrasar en Europa. Pues sigan reflexionando, si es que TVE se lo pone fácil, claro.
 

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