Mejor fachada que una auténtica facha

Cuando parecía que las extrañezas del mundo no iban a dar más de sí, esta semana me topo con una especie humana de las que (espero) quedan pocas. Se trata de una de estas familiares que en realidad no tocan nada, pero que son tantas veces la que la oyes nombrar que ya sólo queda ponerla en un retrato por casa.

Salía yo de trabajar por la noche, y cuando cruzo en dirección a mi casa me topo con mi madre hablando con la susodicha. Y para convencerla de que no soy un salvaje (como tantas veces se obstina en machacarme), en vez de tirar por otro camino me arriesgo a ir a su encuentro previendo que pasaría lo típico: presentaciones y demostraciones de cariño materno que siempre me llega a sonrojar.

Mi madre empezó a hablar de mí. Más bien continuó, porque antes de irrumpir en escena ya le estaba contando la actualidad informativa de mi vida, incluso aquellos datos que a nadie le debería de importar. Pero son cosas que tiene una madre, y hay que saberlo comprender.

Pues uno de esos datos (no tan íntimo, por suerte, pero sí intrascendente) es que en este momento me estoy dedicando a leer El Código Da Vinci, de Dan Brown. A esto que la fenómena dice que también se lo ha leído, pero sólo para ver a lo que estaba dispuesto a llegar su autor. “Porque eso es un peligro para los jóvenes que no saben mucho de religión. ¿Cómo se puede decir que “Da Vinsi” era homosexual y ateo? ¡Qué barbaridad!

Y una cosa llego a la otra: “Zapatero no fue a recibir al Papa en su visita a Valencia. ¡Qué malcriado! ¿Sabes por qué? Porque es un rojo (y nosotros, a todo esto, petrificados, de forma que se da cuenta y pregunta…). ¿No seréis de izquierdas? (mi madre le largó evasivas, y yo no respondí porque lo que quería era irme). Con este gobierno ya no conocemos España. Ahora va a hundir la economía del país, porque nosotros compramos pero a nadie vendemos. Y la balanza tiene que estar equilibrada”.

Y para rematar su discurso retrógrada, el fin de fiesta: “Yo sólo escucho la COPE, porque es la única emisora de radio que dice la verdad. Sí señor. Todas las noches, en la cocina, me pongo de nueve a once”. En fin, es gente que no evoluciona con el paso de la Edad Media a hoy (que ya es bastante), o según otra interpretación, son cosas de mujeres solteronas a esa edad.

¡Anda que si me da por contarle lo que pienso de ese personaje de cuentos llamado Dios, y la vida que llevo no tan católicamente correcta…!

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