Mi paso hacia la adolescencia me lo marcó quien dice ser el baluarte de las transexuales en España. Pues si todas fuesen como ella (al menos en esa época), estarían colocadas en un programa de éxito, bajo el amparo de un Pepe Navarro que les pusiese un guión por delante, y ganando una millonada por soltar ordinarieces al tiempo que se sacasen una teta cada cinco minutos. Un mundo dominado por miles como La Veneno sí que me hubiese traumatizado hasta la locura.
En estas últimas semanas ha regresado La Veneno a televisión para relatar todos los detalles de su destierro en la cárcel. El espectador comprobará que su estancia de tres años entre rejas la ha metamorfoseado completamente. Lo más llamativo es que ya no tiene ese cuerpo cincelado a golpe de bisturí. De ser la Sirenita con cola que provocaba la sonrisa, ha pasado a ser la Úrsula fría que conjura contra sus enemigos:


Habrá algún despistado de la nueva generación, o que vengan de tierra extraña, que no le suene este personaje. Hagamos historia: Joselito siempre quiso ser como las muñecas con las que jugaba de pequeño. Así, un día que andaba de casualidad por una clínica, dos pegotes de silicona se abalanzaron sobre él y le echaron un hechizo operatorio que le transformaron en Cristina.
Cumplido su sueño, quiso sacarle rentabilidad al nuevo cuerpo y se dio largos paseos por la Casa de Campo en busca de uno o mil príncipes azules, quienes la agasajaban con joyas y fajos verdes. De entre todos ellos, el Príncipe Navarro se fijó especialmente en ella. Anduvo un mes intentando captarla para que fuese la perla de su comitiva de bufones, en la corte del Mississippi. Y ensimismada por la última oferta, se animó a ser escaparate de las escandalosas noches de Telecinco.
El verdadero cuento de hadas de La Veneno comienza con sus apariciones en Esta Noche Cruzamos el Mississippi, programa de actualidad y entretenimiento conducido por Pepe Navarro entre 1995 y 1997. En él se dieron cita una cantidad de personajes, inventados o no para la causa, que le dieron un renombre a la apuesta televisiva.


Cristina, La Veneno, fue una de sus grandes estrellas: apareciendo dos veces a la semana (por la que cobraba un millón de pesetas, según ella), cumplía el cometido de entablar no serias conversaciones con el presentador o con quien él la sentase a su lado. Por supuesto, obedecía a las órdenes de Navarro, quien explotaba su desparpajo natural por medio de guiones que debía de seguir para buscar el sobresalto entre el público.
Si había que destaparse el pecho, se hacía; si había que lucirse con alguna grosería, se hacía; si había que marcarse un streap-tease, se hacía (a pesar del peligro de que se arrancase la cinta que pegaba el tiburón al comedero de pollos); si había que traer a los padres para presentarle al chulo de su novio, se hacía; si había que hacer un reportaje en su pueblo y contratar a unos niños para que se subiesen a una montaña y que la tirasen piedras, se hacía…


La Veneno fue el típico fenómeno televisivo que es reventado a más no poder. Tuvo su propia muletilla, “digooo”, que soltaba con cada palmada. Grabó su propia canción, Veneno pa’ tu piel, que decía aquello de “mírame, me enloquece ver que estás temblando; rózame, quiero que me roces con tus manos; tócame, como yo no hay nadie que te hará gozaaar”. Incluso fue la portada del disco en la que se incluía, “Rumba Total 3” (en efecto, de un total patetismo como el resto de los números). También protagonizó dos películas, cómo no, de contenido pornográfico: El Secreto de La Veneno y su secuela, La Venganza de La Veneno (no comentadas aquí a falta de echarlas un vistazo). Además, hizo lo que hoy en día se llaman “bolos” por todo el país. Recuerdo la gran expectación que causó su visita a Las Palmas, junto a Ciccolina, para inaugurar un sex-shop (tan en su línea).
Pero como todo típico fenómeno televisivo, cuando La Veneno tocó techo se le cayó todo encima y descendió a lo más profundo del olvido. Desde entonces, ha tenido escasas apariciones contando lo que ha dado de sí su vida (lo más deprimente de estos casos). Y hace poco ha vuelto a prodigarse en algunos programas describiendo su encierro en la cárcel. Aún no sabemos las razones, pero que sus seguidores no duden de que es culpa de un ministro o alto directivo con el que habrá retozado en el pasado. Porque si ella hablase, “España se vendría abajo”.
No sé si viviremos una nueva trama, El Retorno de La Veneno. ¿Es que no le han dicho a esta muñeca rota que terceras partes tampoco fueron buenas? Mejor que se cambie por ese jamón y se retire bajo ese paño.
