A poco más de un mes para las elecciones locales, regionales y autonómicas 2007, muchos de los rincones de la geografía española están siendo invadidos por cabezas gigantes en busca de votos políticos. Uno de esos puntos es ese mítico mercadillo montañés, anclado en el cruce entre el Paseo de Chil y el Barranquillo de Don Zoilo (Las Palmas de Gran Canaria).
Allá, a no mucha altura, se encuentra Carmelo Cabrera, representante del CCN (Centro Canario Nacionalista) a la alcaldía. Tan en la línea publicitaria de su partido, Carmelo ofrece un semblante sospechoso, en su caso, de “quién soy yo, qué hago aquí, y bájenme que tengo mareos” (aunque su gesto no es tan oscuro como el de su homólogo chicharrero, que transmite “soy corrupto, pero mi careto ya te avisó”).
Carmelo tiene esa cara de despavorido, quizás porque a su espalda se encuentra Manuel Lobo, que aspira al Cabildo por Coalición Canaria. El antiguo rector de la Universidad sí que no ha faltado a clases de Teoría y Práctica de la Pose Electoral, de forma tal que quien no sienta ganas de achucharlo es que no tiene alma.
En fin, como ya decía Alejandro Muñoz Alonso en Política y nueva comunicación, “las campañas electorales son, frecuentemente, más lucha de imágenes que ideas o programas”. Doy fe.