La ciudad de Las Palmas de Gran Canaria está vestida de arriba a abajo con espumillón y bolas de navidad eléctricas. La obstinación política de elevar el nivel cosmopolita va a ir un día más allá, a parecerse como la antigua Roma. Porque con tanta bombilla, cualquier día va a haber un chispazo y todos vamos a salir ardiendo, que si Nerón baja no se lo va a creer.
Antes de que eso ocurra, aseguraos hasta los dientes y pasad luego a ver el Cabildo de Gran Canaria estos días, ataviado con sus mejores galas: estrellas y árboles de cables, tantos que en el despacho de José Manuel Soria no va a hacer falta ni flexo para firmar convenios con tanta luz.